Hola, veis que estamos "machacando" con el tema de las redacciones y los problemas. Hay que aprender a hacerlos muy bien, es una gran base para todo el aprendizaje que os queda. Como todos los jueves, mañana os mandaré la redacción. ¿Y sabéis cómo se va a llamar? El título va a ser "MI LAVADORA HABLADORA". ¿Difícil? Seguro que podéis.
Yo me he puesto esta tarde a hacer mi redacción, pero claro, no la he hecho de la lavadora, para que no copiéis. Mi redacción es sobre mi mesa andadora. Os la escribo y mañana os la doy por escrito. A ver si os gusta.
Tengo una mesa que anda sola
Paco Velázquez
Tengo una mesa que anda sola, sí, creéroslo, anda y me obedece. Es una mesa rectangular, con ruedas, de gran tamaño, con tres cajones, de colores, amarillo y azul. Por ello, es una fan incondicional del Cádiz C.F.. ¿Qué no os lo creéis? Os contaré más adelante. Además, le gusta tomar el sol en la terraza, sobre todo los días de primavera, ya que el verano la deja un poco lacia y meditabunda, y, lo que es peor, melancólica.
La tengo en mi habitación y cuando me desvisto por la noche, ella se acerca a mí para que coloque encima la ropa (así mismo, abre el cajón superior para que coja el pijama). Por la mañana, abre de nuevo el cajón con el fin de que yo coloque dentro el pijama y me acompaña al cuarto de baño. Al terminar de ducharme, ella me acerca la toalla azul (no podía ser de otro color). Una vez que me seco y me visto, como es lógico, me sigue por el pasillo hasta la cocina, donde me preparo el desayuno y ella, muy obediente y servicial, me acerca la taza de cerámica para echar la leche.
Una vez que desayuno, me mira fijamente, algo triste, porque me voy a trabajar y va a quedarse sola toda la mañana, la acaricio un poco y le enciendo el televisor, que, como siempre, protesta desairadamente porque es encendida muy temprano y está medio adormilada aún. Al irme a trabajar, se despide de mí con tofo su cariño y le susurro un hasta luego que le entristece aún más y, lo que es peor, se tumba ruedas arriba cual perrito faldero. Así que, la acaricio un poco más y le doy un beso de despedida, por que sí, la quiero, es mi amiga y compañera. Esta tarde, cuando regrese, creo que voy a darle un paseo por el barrio.
Ah, se me olvidaba. Los domingos, nos sentamos juntos los dos para escuchar el partido de fútbol del Cádiz C.F. y ¡se coloca la bufanda amarilla y azul alrededor de las patas! ¡Qué graciosa es!
23 de noviembre de 2011